Todo el mundo debería saber que el despido, sobre todo cuando es de forma repentina, representa un duro golpe en los cimientos de la estructura emocional de las personas.
Todo el mundo debería saber que una gran cantidad de estudios señalan que se trata de un acontecimiento que acarrea múltiples reacciones emocionales negativas. Entre otras, la ansiedad, el estrés, el sentimiento de culpa, la depresión, el deterioro del autoconcepto y la disminución de la autoestima.
Todo el mundo debería saber que este cuadro emocional es el caldo de cultivo perfecto para que aparezcan los síntomas psicosomáticos asociados. Son muy frecuentes los que tienen que ver con la tensión, la hipertensión, las taquicardias, las alteraciones alimenticias y los trastornos del sueño.
El alcance devastador del despido
Todo el mundo debería saber que, en otros casos, se puede tender hacia el abandono, y en los casos más extremos hacia el alcoholismo, el consumo de drogas o incluso, el suicidio.
Todo el mundo debería saber que, no en vano, hay autores que establecen una relación directa entre la pérdida del puesto de trabajo y la pérdida de bienestar, el deterioro de la salud psicológica y la insatisfacción por la propia vida.
Por si fuera poco, a esta dimensión psicológica y fisiológica hay que añadir las problemáticas en el ámbito económico y en el ámbito social.
Desde un punto de vista económico, es evidente que la disminución de ingresos suma preocupación a una situación muy deteriorada de por sí.
Desde un punto de vista social, estar sin trabajo implica para muchas personas tener que soportar el estigma social que representa no tener empleo.
Por lo tanto, todo el mundo debería saber que la pérdida del puesto de trabajo por despido tiene un carácter multidimensional, donde se ven afectados aspectos psicológicos, fisiológicos, económicos y sociales.
Además, todo el mundo debería saber que los efectos adversos de estar sin trabajo se agravan con el paso del tiempo. Algunos estudios señalan que el deterioro de la salud mental aumenta entre los 7 y los 12 meses, empeorando la calidad de vida de los desempleados significativamente.
Un baño de realidad
En nuestro país, con una tasa de desempleo extremadamente elevada, las personas que se encuentran en esa situación son desgraciadamente una gran mayoría.
Personas que, en muchos casos, no disponen de recursos económicos, ni emocionales y, de esa manera, han de enfrentarse a la ardua necesidad de buscar un empleo nuevo.
Se trata de buscadores de empleo de alguna forma mermados por desvinculaciones laborales que en muchas ocasiones está mal practicadas.
Por desgracia los despidos mal ejecutados abundan.
Todo el mundo debería saber que el desconocimiento y la mala praxis hacen que este tipo de separaciones se conviertan en procesos dolorosos. Un dolor que empequeñece a grandes profesionales ante la vida y ante el reto inmenso de encontrar un nuevo trabajo.
Una tarea que, en muchas ocasiones, se convierte en lo que podríamos denominar el síndrome de las cuatro «des», al tratarse de algo desalentador, degradante, deprimente y descorazonador.
El despido como negocio
Todo el mundo debería saber que, en nuestro país el debate del despido está centrado en aspectos estrictamente económicos y administrativos del tipo… cuánto va a costar el despido, cuándo se va a efectuar, a quién va a afectar, quién va a dar la mala noticia…
Por lo tanto, todo el mundo debería saber que es un debate focalizado en el dinero, en lo material, donde jueces y abogados hacen su particular agosto. Qué más da si mientras tanto se destrozan alegremente y a diario miles de vidas de personas. Personas que paradójicamente son las que tarde o temprano van a tener que tirar del carro.
Flaco favor nos estamos haciendo al no poner a las personas por delante.
Todo el mundo debería saber que el despido conlleva demasiados efectos debilitadores. Efectos que nos merman notablemente. Efectos que, como hemos visto, nos mutilan en muchos aspectos, pero sobre todo en el ámbito psicológico.
Una evidencia empírica que nos debería llevar a abordar esta lacra de la sociedad desde una perspectiva más humana. Algo que todo el mundo debería querer.